Finalizado el 5º Congreso “Compañero Liber Seregni” es bueno que nos detengamos a sacar algunas conclusiones. No tanto para ver lo que se hizo, sino más bien para ver en que condiciones quedamos para actuar políticamente hacia delante. En ese sentido, rescatamos como muy positiva la instancia de discusión previa al Congreso en los Comités. Sin duda que la discusión de los documentos fue un disparador para hablar de temas políticos centrales para el país y para la fuerza política que tal vez nunca se hubieran discutido de no haber existido la instancia del Congreso. En nuestro Comité la discusión fue amplia y enriquecedora, y hasta pudimos hacer nuestros propios aportes en forma de documento. También fue sumamente rica la discusión en el propio Congreso, en las Comisiones, con debates de gran altura y profundidad ideológica.
Respecto de las resoluciones finalmente adoptadas, en líneas generales se resolvieron en una forma positiva la mayor parte de los temas, y esto lo decimos aunque no compartamos algunas de las resoluciones. Porque está claro que no todos saldremos siempre conformes con todo lo resuelto; ni en esta ni en ninguna otra instancia. De eso se trata nuestro Frente Amplio: la unidad en la diversidad. De llegar a acuerdos en cuestiones en las que todos pensamos diferente, y por tanto, ceder en aquello que no es de principios, y que de alguna forma se acerca a lo que quisiéramos Y aquellos temas que no fueron resueltos, pasaron para distintas instancias orgánicas, como el Plenario Nacional, o la propia Mesa Política Nacional y tendrán el tratamiento adecuado.
SIN EMBARGO
El pasar a un cuarto intermedio de cuatro meses conspiró para que el Congreso terminara como había comenzado, con ese nivel de profundidad en el tratamiento de los temas. Era notorio que los congresistas ya no teníamos presentes los temas, y las votaciones fueron casi mecánicas en esa segunda parte. Con mociones que eran aprobadas o rechazadas sin siquiera detenerse a pensar en el fondo de la cuestión.
Nos pareció totalmente inadecuado modificar el orden del día al antojo de las mayorías circunstanciales. Esto sucedió tanto en la primera parte como en la segunda, y en ambas ocasiones por la misma razón: para votar la dirección de la fuerza política. En la primera ocasión con el agravante que luego se dejó el Congreso sin quórum, lo que obligó al cuarto intermedio. Y en la segunda parte, había un acuerdo en tratar primero los temas programáticos y por último el tema de la presidencia, acuerdo al que se había llegado en el Plenario Nacional pero que se modificó en el Congreso. Entendemos además que hubo gruesas desprolijidades con el manejo del quórum, y que las últimas resoluciones fueron tomadas sin quórum o bien los dos tercios se hubieran alcanzados si se hubiera contabilizado el quórum correcto. Estas cosas no deben suceder, y habrá que corregirlo para el próximo Congreso, porque de otra manera se estaría desvirtuando la voluntad de las bases.
NUESTRAS PREOCUPACIONES
Pero lo que más nos preocupa, es la forma en la que se dieron las negociaciones hacia la elección de la dirección y los resultados a los que se llegó por esa vía. Recordemos que los diferentes nombres y alternativas a la dirección comenzaron cuando el entonces ministro de Ganadería y líder del MPP, José Mujica, propuso públicamente que la presidencia del FA debía ser ejercida por intelectuales de izquierda, representantes de la academia, pero no vinculados orgánicamente con la fuerza política. En tal sentido, propuso específicamente a la politóloga Constanza Moreira y al docente e historiador, Gerardo Caetano. En julio del año pasado, el Partido Comunista en su V Congreso Extraordinario, hace propuestas en cuanto a la elección de la dirección del FA, y que en el fondo planteaban una dirección colectiva de transición, mecanismo que se había implementado para sustituir a Seregni, tras su renuncia. Los nombres que proponía para integrar este colegiado eran, el propio Brovetto, Constanza Moreira, Roberto Conde y un representante de la bases. Por otro lado, el propio compañero Brovetto había manifestado su intención de alejarse del cargo, básicamente por encontrarse agotado por desempeñar simultáneamente la presidencia del FA y la titularidad del Ministerio de Educación y Cultura, además de expresar que no se sentía con el respaldo suficiente de algunos sectores. La Vertiente Artiguista se inclinaba también por la conformación de un “triunvirato” que podría estar compuesto por Constanza Moreira, Roberto Conde, Jorge Brovetto o, incluso, el compañero José Bayardi. El Nuevo Espacio entendía que el candidato que surgiera debía ser de “consenso”, pero no descartaba una dirección colectiva de transición, con equilibrios partidarios, hasta que surgiera un líder natural. Los socialistas respaldaban la “continuidad” de Brovetto, pero a la vez proponían “fortalecer la presidencia FA con un equipo de asesores que contaran con el aval de la fuerza política”. Y finalmente Asamblea Uruguay apoyaba a Brovetto” en el cargo, y una postura similar había expresado la Alianza Progresista. Es sabido además que, por ese entonces, la mayoría de las bases se inclinaban por la sustitución de Brovetto.
Quiere decir que se estuvo en negociaciones para llegar a una candidatura de consenso por más de seis meses y se llegó a diciembre sin ese necesario consenso. Muy por el contrario, lo que se puso a consideración en esa instancia en el Congreso lo vimos como una forma de medir fuerzas hacia la próxima instancia que se iba a dar seguramente después del cuarto intermedio. Quiere decir entonces que desde antes de diciembre, de una manera u otra los sectores habían estado conversando y negociando para llegar a lo que llegamos. Luego de más de 6 meses de negociaciones tanto las bases como la mayoría de los sectores dejaron todo lo que pretendían por el camino. No hubo ni dirección colectiva, ni triunvirato, ni renovación generacional, ni politólogos, ni se fue quien dijo encontrarse agotado, ni nada. Luego de todos estos meses, se volvió al punto de partida. Y luego de esa instancia, se abrió un nuevo período de negociaciones de cuatro meses, que terminó también en nada. Esta fuerza política a la que pertenecemos, que ha edificado su historia sobre la base de la construcción de acuerdos y la búsqueda de consensos no fue capaz de encontrar los caminos adecuados para salir del atolladero.
Parecería que los frenteamplistas nos olvidamos que en toda negociación entre compañeros de lo que se trata no es de que uno gane y otro pierda, sino que todos ganemos. Que el secreto de la unidad es desarrollar una negociación donde no sólo todos ganemos sino que además nos permita construir relaciones de largo plazo, y que eso solo se logra mediante la apelación a la cooperación y la inteligencia.
En estas cuestiones radican nuestras dudas y nuestros temores de aquí en adelante. Porque el Congreso dejó ese sabor amargo. Las instancias venideras requieren tener muy claro los objetivos. Los de corto, de mediano y de largo plazo, porque las tareas que los frenteamplistas tenemos para resolver de aquí en más son muchas y de gran envergadura. En las condiciones en que encaramos las negociaciones que describimos anteriormente, no será posible resolver, por ejemplo, el tema de las firmas para anular la ley de impunidad, pero tampoco estaremos en condiciones de encarar nuestro próximo Congreso en diciembre. Congreso que será programático pero en donde también deberemos resolver el tema de las candidaturas nacionales para las próximas elecciones. Eso requiere esfuerzos superiores para lograr consensos, y nos tememos que para llegar a ello deberemos encarar a todos los niveles una discusión franca y abierta sobre lo que significa la UNIDAD, el papel que a los sectores políticos les cabe en la búsqueda de la misma y el papel fundamental de los Comités de Base, a los que se debe respetar y escuchar para que esa UNIDAD sea sólida y duradera y nos permita acumular para defender este gobierno y lograr un período más para consolidar y profundizar los cambios.
COMITÉ DE BASE “EL HERVIDERO”
Zonal 6 – Coordinadora Costa 1