BALANCE FUERZA POLITICA

DOCUMENTO APROBADO POR LA COMISION DE

BALANCE Y PERSPECTIVAS DE LA FUERZA POLÍTICA -

CONGRESO “COMPAÑERO GRAL. LIBER SEREGNI”

PARA SER PRESENTADO ANTE EL PLENARIO NACIONAL DEL 13.10.07

1. Referencia histórica

1.1 La fundación del Frente Amplio

El Frente Amplio es una construcción política nacida de un largo proceso de acumulación de fuerzas en el seno de nuestra sociedad, con el objetivo de impulsar un proyecto de país basado en la solidaridad, con un claro contenido nacional, popular, democrático, antioligárquico y antiimperialista. Reivindica el legado de la ideología y la acción artiguista, reconoce sus raíces en las luchas de los trabajadores y estudiantes a lo largo de todo el siglo XX, en la promoción de la producción nacional, en la búsqueda de la justicia social, la transparencia electoral y la participación democrática, y en las experiencias cooperativas y solidarias.

Es imposible referirse al nacimiento del Frente Amplio, sin repasar brevemente una serie de hechos trascendentes que hicieron posible la acumulación de fuerzas; entre los que se destaca la batalla por la educación que se libró en 1958 defendiendo la autonomía y el co-gobierno de la Universidad, en la que se acuñó la consigna “obreros y estudiantes unidos y adelante”.

Paralelamente, en el plano político, se forjaron las primeras experiencias unitarias de la izquierda uruguaya a través de la conformación del Frente Izquierda de Liberación en torno al Partido Comunista y de la Unión Popular en torno al Partido Socialista, participando en ambos casos grupos y personalidades provenientes de los partidos tradicionales y sectores sociales avanzados.

Posteriormente, entre 1964/65, se dieron dos hechos fundamentales: la realización del Congreso del Pueblo y la creación de la Convención Nacional de Trabajadores, objetivo sindical buscado desde los albores del siglo XX, en medio de una intensa y fermental polémica ideológica, para lograr una central sindical única, ejemplo para el mundo, vigente hasta nuestros días a través de su continuidad histórica: el PIT-CNT.

La fundación del Frente, el 5 de febrero de 1971, fue impulsada y acordada por un amplio conjunto de organizaciones políticas y por ciudadanos independientes. En aquella actividad fundacional participaron seres humanos, compañeros, que entendieron que había llegado la hora de poner el acento en los conceptos que los unían, anteponiendo el interés general a sus proyectos grupales o personales, en aras de construir una herramienta política unitaria de toda la izquierda, sin exclusiones, a la que llamaron Frente Amplio. Aquella organización se construyó con profunda generosidad, siendo una de sus características fundamentales la participación organizada a través de los Comités de Base. No se trataba de afrontar una mera coyuntura electoral, sino construir una organización política con capacidad de incidencia real en la vida política nacional. Una fuerza que 34 años después, con una generación de dirigentes diferente a la de los fundadores, accedió al gobierno y comenzó a efectivizar la profunda transformación del Uruguay y de los uruguayos, que aquellos visionarios empezaron a diseñar.

“La unidad política de las corrientes progresistas que culmina con la formación del Frente Amplio –cerrando un ciclo en la historia del país y abriendo simultáneamente, otro de esperanza y fe en el futuro- se gestó en la lucha del pueblo contra la filosofía fascitizante de la fuerza. Y esa unión, por su esencia y por su origen, por tener al pueblo como protagonista, ha permitido agrupar fraternalmente a colorados y blancos, a demócratas cristianos y marxistas, a hombres y mujeres de ideologías, concepciones religiosas y filosofías diferentes, a trabajadores, estudiantes, docentes, sacerdotes y pastores, pequeños y medianos productores, industriales y comerciantes, civiles y militares, intelectuales y artistas, en una palabra, a todos los representantes del trabajo y la cultura, a los legítimos voceros de la entraña misma de la nacionalidad. Porque es un movimiento profundo que enraiza con las puras tradiciones del país, que recoge y venera las construcciones que vienen del fondo de la historia, y tiene, simultáneamente claros objetivos para alcanzar un porvenir venturoso, siente que su vertiente más honda lo enlaza con la esclarecida, insobornable y combatiente gesta del artiguismo.” (Declaración Constitutiva del Frente Amplio, 5 de febrero de 1971).

Oposición al sistema social, económico y político dominante, unidad en la diversidad, renovación de la sociedad uruguaya desde las raíces históricas, compromiso con la unidad latinoamericana y solidaridad con las luchas de sus pueblos por la verdadera independencia, programa de gobierno y candidato común, son los conceptos esenciales de la conformación y la historia del Frente Amplio, organización política única en el mundo, auténticamente uruguaya.

1.2 Acumulación de fuerzas.

Desde nuestra fundación, enfrentando diversos obstáculos, hemos construido firmemente esta fuerza política que, desde hace dos años y medio, inició, desde el gobierno nacional, una transformación profunda de la sociedad uruguaya. Durante el largo período que precedió el acceso al gobierno, el Frente Amplio fue un actor central en el enfrentamiento a la dictadura y en el proceso de restauración democrática, desarrollando una oposición política con muy fuerte responsabilidad institucional.

El Frente Amplio nació en tiempos de fuerte confrontación, marcados por el incremento del uso de la violencia como instrumento político. En esa disyuntiva optó por definirse como una fuerza “pacífica y pacificadora”, característica que nunca abandonó. La larga resistencia a la dictadura con sus miles de presos, exiliados, perseguidos, muertos, desaparecidos, tuvo la contracara virtuosa de la formación de un temple y un sentimiento de pertenencia frenteamplista indestructible. En ese largo proceso de conformación identitaria del Frente Amplio, no podemos dejar de mencionar el apoyo a la huelga general convocada por la CNT contra el Golpe de Estado y la manifestación del 9 de julio de 1973 en “18 de julio”, marcando el inicio de una larga, firme y permanente resistencia.

Esa resistencia se sostuvo sobre dos grandes pilares: la defensa de la unidad política alcanzada por las fuerzas de izquierda como única opción de transformación profunda de la sociedad uruguaya, y la búsqueda de alianzas lo más amplias posibles para enfrentar la dictadura y restablecer en el país la plena vigencia de la democracia. Como hechos notables de esa lucha de resistencia a la dictadura y reafirmación democrática debemos destacar: la victoria de 1980 ante el intento de institucionalización dictatorial a través del plebiscito de reforma constitucional; la marca de la presencia frenteamplista a través del voto en blanco en las elecciones internas de los partidos políticos habilitados en 1982; la presencia popular en las movilizaciones masivas de 1983 (el acto de los trabajadores del 1º de mayo, la marcha de los estudiantes de setiembre y el acto del obelisco del 27 de noviembre con representación frenteamplista en el estrado y en la multitud); la liberación de Seregni y el inolvidable discurso desde el balcón de su casa; las elecciones nacionales de 1984 con la participación electoral del Frente Amplio, aún con presos, exiliados y proscriptos; la liberación de todos los presos políticos finalizada a principios de 1985 y el retorno de los exiliados. Debemos destacar también, desde su fundación, el aporte invalorable de los frenteamplistas residentes en el exterior, quienes supieron organizarse y coordinar acciones coadyuvantes a los objetivos emanados de las resoluciones orgánicas de nuestra fuerza política.

Reestablecida la democracia, en la convicción de que no hay democracia plena sin justicia, emprendimos el largo camino de su defensa a través de la oposición a la ley de impunidad, la recolección de firmas por su anulación y el impulso al voto verde en el referéndum de abril de 1989. Fuimos derrotados pero no vencidos. Esa batalla marcó a fuego a quienes traicionaron las más caras tradiciones de nuestra justicia y abrió nuevas sendas para la unidad de las fuerzas progresistas.

Paradojas de la historia, el año 1989, testigo de la dura derrota de abril en el referéndum contra la ley de impunidad y de la amarga ruptura con grupos fundacionales, fue testigo también de la incorporación de nuevas organizaciones y de la primera victoria electoral del Frente Amplio, consagrando a Tabaré Vázquez como Intendente Municipal de Montevideo. A partir de 1990 comenzamos a desarrollar nuestra acción transformadora desde el gobierno municipal, mostrando una forma diferente, transparente, democrática, participativa y solidaria de gobernar, lo que generó un crecimiento constante del apoyo de los montevideanos. En ese largo proceso debemos resaltar la labor de muchas compañeras y compañeros en el interior del país, algunos en situación de fuerte aislamiento e incluso de hostilidad, en lugares con apoyos muy reducidos en la población; tarea que fue fundamental para el crecimiento pausado y firme del Frente Amplio que, partiendo de un 18 % de apoyo a nivel nacional en 1971, alcanza el 52 % en el 2005.

Hasta el triunfo del 2005 se profundizó un largo proceso de acumulación de fuerzas a partir de las realizaciones de los gobiernos municipales de Tabaré y Mariano durante tres períodos consecutivos; la oposición con lealtad institucional pero sin concesiones al modelo conservador, expresada entre otras cosas en jornadas históricas de defensa de las empresas públicas estratégicas como el referéndum de 1992, la recolección de firmas por ANTEL en el 2001, el referéndum en defensa de ANCAP de diciembre de 2003 y el plebiscito del agua conjuntamente con las elecciones del 2004; y -desde la reafirmación del rol de la izquierda como conductora del bloque progresista alternativo- la ampliación de nuestras alianzas, primero con la formación del Encuentro Progresista en 1994, luego con la creación de la Nueva Mayoría en el 2004, culminando con la incorporación de todos los grupos coaligados al Frente Amplio en diciembre de 2005. En ese proceso de acumulación, es imprescindible considerar también el trabajo constante realizado en las giras Pueblo a Pueblo, experiencia de contacto directo con los uruguayos y uruguayas del “interior del interior” de nuestro país.

Una parte muy importante de la explicación de la existencia y el desarrollo del Frente Amplio, se sustenta en que fue construido mediante una conducta política basada en “el respeto recíproco de las fuerzas que integran el Frente y la abstención de actos y expresiones de agresión mutua o de valoración peyorativa”, así como en “la estimación positiva del Frente, de sus objetivos programáticos, de sus apreciaciones de la coyuntura política y de las orientaciones principales de lucha plasmadas en sus documentos y resoluciones fundamentales”, tal como se estableció en el Compromiso Político fundacional.

“Una fuerza política profundamente arraigada en el colectivo social, una herramienta de cambio y para los cambios progresistas al servicio del pueblo uruguayo. No nos conformamos con administrar el futuro sino que pretendemos liderarlo, construirlo colectivamente, entre todos, aportando nuestros valores, principios, experiencias y esperanzas como contribución a la superación de la sociedad uruguaya y el mejoramiento del país” decíamos en el Congreso “Tota Quinteros” en setiembre de 2001.

La izquierda llegó al gobierno como resultado de un largo proceso de acumulación de fuerzas de muy diversos orígenes políticos y filosóficos y de una firme estrategia de unidad, reflejada en un Programa de Gobierno único. Como dijo Tabaré: “Si en la unidad radica nuestra fuerza, en la fraternidad está nuestro futuro.”

2. BALANCE

Los sueños de un Uruguay más justo y solidario, y las utopías que, con los pies en la tierra, nos guiaban, dieron, en marzo de 2005, un salto cualitativo en el camino para su realización, con el acceso del Frente Amplio al Gobierno Nacional, de Tabaré a la Presidencia de la República, y la obtención de una mayoría parlamentaria que nos ha permitido gobernar sin “condicionamientos de otros Partidos” en la mayoría de los temas.

Ese mismo año, alcanzamos también otro hito fundamental: el triunfo del Frente Amplio en 8 departamentos en las elecciones municipales, consolidando el proyecto nacional de cambios en un área que comprende al 73 % de la población, y obteniendo en los departamentos donde no ganamos, vigorosas bancadas de ediles que aportan y sostienen también desde ahí nuestro gobierno nacional, sentando las bases de un gobierno diferente para una sociedad mas justa.

Nuestra fuerza política se preparó para estas responsabilidades; acumuló la experiencia de quince años al frente de gobierno departamental de Montevideo, y desarrolló un debate profundo sobre el relacionamiento entre la fuerza política, el gobierno y los movimientos sociales, y la transparencia en la función pública, que se sintetizó en los documentos “Lineamientos de conducta para la función pública” y “Fuerza política, gobierno, trabajadores y organizaciones sociales” debatidos hacia el IV Congreso Ordinario y finalmente aprobados por el Plenario Nacional del 19 de abril del 2004, y en el documento “Relacionamiento, fuerza política con el gobierno nacional a un año de la asunción” aprobado en el Plenario Nacional del 15 de julio de 2006. Es a la luz de esa elaboración conceptual y de la experiencia del funcionamiento de nuestra fuerza política en estos dos años y medio de gobierno que debemos realizar el balance en este Congreso.

Analizar el balance de la fuerza política Frente Amplio en esta etapa y definir las perspectivas de su accionar requiere valorar sus fortalezas y su arraigo, y ser claramente autocríticos con sus dificultades. De la misma forma corresponde evaluar la acción de la fuerza política en su interrelación con el gobierno.

El Frente Amplio obtuvo en el año 2004 un respaldo mayoritario de la ciudadanía, llegando a grandes sectores hasta ese momento refractarios al mensaje progresista. Sería un grave error considerar esa situación como consolidada. Tanto las nuevas adhesiones como la base social histórica del Frente Amplio deben ser ganadas como protagonistas del cambio en todas y cada una de las batallas políticas que se van sucediendo. Con más razón aún en una perspectiva de profundización de los cambios para cumplir con el programa, donde se requiere una fuerte voluntad política desde el gobierno, un accionar decidido de la fuerza política y la participación activa de las fuerzas sociales.

Un elemento central en esta estrategia es el accionar de masas de la fuerza política y allí tenemos que analizar dificultades que se arrastran desde hace tiempo. En muchos casos la actividad de la fuerza política hacia la población ha quedado circunscrita a los plebiscitos o las campañas electorales. En momentos de tensión política y social recientes no se ha logrado la capacidad de movilización que ha sido una fortaleza histórica del Frente Amplio.

Hay factores estructurales que debilitan la participación política: la desorganización del tejido social, los múltiples mensajes individualistas y consumistas, la tendencia a delegar en otros la responsabilidad de los cambios y la crisis de paradigmas. Pero también existen causas profundas y posibilidades fecundas para desarrollar una lucha política amplia donde los frenteamplistas sean motores de la participación ciudadana, desde abajo, en cada barrio o cada localidad.

Importa valorar la labor de la fuerza política y del gobierno desde este ángulo ya que sólo con una articulación fuerte, ambos pueden responder, con roles diferentes a esa responsabilidad. Desde la fuerza política podemos constatar dificultades para gestar iniciativas políticas y organizativas para profundizar el contacto con la gente, promover la incorporación a los espacios de participación ciudadana que crea el gobierno (Mesas de Convivencia Ciudadana, Consejos Vecinales, etc.) y para desarrollar agendas políticas locales, procurando una movilización política más amplia y constante.

La movilización social no es solo para protestar, es también para apoyar y defender. Sirve para consolidar y corregir y es la gran herramienta que tiene la izquierda y que significa una ventaja comparativa incomensurable con respecto a la derecha. No podemos permitir que desaparezca y asistir pasivamente a la transformación del Frente Amplio en un mero partido electoral.

Debemos en primer término subrayar los hechos positivos de nuestro accionar en este periodo:

§ El ya mencionado proceso de incorporación de todos los grupos que formaban parte del Encuentro Progresista y la Nueva Mayoría en el Frente Amplio. Este hecho, no solo simplificó sustancialmente los mecanismos de funcionamiento y decisión de la fuerza política para adecuarlos a las nuevas tareas, sino que supuso la afirmación del proyecto fundacional del Frente Amplio con sus características políticas, ideológicas y orgánicas sustanciales.

§ La búsqueda de mantener vigente la característica de fuerza democrática y participativa que se expresa en la organización y realización del Encuentro de Comités de Base, las elecciones internas en el 2006 (hecho inédito en una fuerza política en el gobierno), la elección de los delegados de los comités de base del exterior al Plenario Nacional, incorporándolos al funcionamiento orgánico (hito fundamental en el camino de la integración política de los uruguayos que residen en el exterior, impedidos de ejercer el derecho al voto por el bloqueo de los partidos de la oposición), y la convocatoria a este V Congreso, otro hecho sin antecedentes en una fuerza de gobierno en nuestro país.

§ La unidad en el respaldo al gobierno frente a las arremetidas “bagualas” de la derecha (seguidilla de interpelaciones y citaciones a Comisiones parlamentarias, denuncias infundadas y la máquina de impedir cambios en los pocos ámbitos donde tienen posibilidad de veto, como la Corte Electoral y el Tribunal de Cuentas). Pero también, y más importante aun, la unidad a la hora de establecer una síntesis ante las legítimas diferencias que en temas complejos existen entre nosotros, conscientes que nuestro compromiso con el proyecto se expresa también a través de la voluntad política de construir, con flexibilidad, acuerdos para desarrollarlo.

§ La concurrencia de los Coordinadores de las Bancadas frenteamplistas de Diputados y Senadores a las reuniones de la Mesa Política, lo que ha sido un instrumento muy útil de relacionamiento e interacción con el Poder Legislativo.

§ La iniciativa de reuniones con los ocho intendentes frenteamplistas, ya puesta en práctica en Paso Severino, permitiendo fortalecer el conocimiento de las diferencias y similitudes de las diversas realidades departamentales, así como estrechar los vínculos personales y humanos con los compañeros responsables de llevar adelante las distintas tareas de gobierno.

§ Por último, y no por eso menos importante, la presencia habitual de los Ministros y jerarcas de gobierno en la Mesa Política, realzó la importancia del órgano de conducción política del Frente Amplio, y fortaleció el diálogo y la necesaria interacción entre gobierno y fuerza política.

Por cierto un balance también debe reconocer debilidades. La asunción del gobierno ha supuesto nuevas responsabilidades y atender las mismas ha generado nuevas dificultades; asimismo algunos problemas en el funcionamiento orgánico preexistentes en la Fuerza Política se han agravado a partir de ese momento:

§ No hemos sido capaces de movilizarnos a la hora de defender y difundir los logros de nuestros gobiernos, aún en las situaciones más críticas. La movilización y la efervescencia generaron en su momento niveles de participación que acercaron decididamente nuestra fuerza política a la gente. Sin embargo, en los últimos tiempos venimos asistiendo a una falta de capacidad preocupante. Es más, podemos afirmar sin temor a equivocarnos, que la última gran movilización de nuestro Frente Amplio fue el día de la asunción de Tabaré. Desde la oposición teníamos más capacidad de movilización. Esa falta de movilización va generando acostumbramiento, lo que se ha visto reflejado claramente en las situaciones complejas que ha atravesado el gobierno, en las que no hemos sabido convocar a la gente en la calle.

§ Si bien se han conformado espacios orgánicos para abordar las cuestiones complejas en las que resulta necesaria una orientación de la fuerza política (por ejemplo la Mesa de la Agrupación Nacional de Gobierno) éstos no han funcionado adecuadamente.

§ No hemos tenido la capacidad de elaborar en los organismos de dirección una síntesis colectiva de los avances realizados y del accionar del gobierno.

§ Seguimos asistiendo a un proceso de dispersión de la militancia orgánica frenteamplista. Este fenómeno, se origina en múltiples causas, algunas de carácter estructural y cultural, y otras de carácter coyuntural. Estas últimas se vinculan: por un lado, a un insuficiente debate político en los diferentes niveles de la estructura que no ha permitido procesar adecuadamente las distintas valoraciones sobre algunas políticas de gobierno y establecer una eficaz comunicación sobre los avances realizados y las dificultades encontradas en múltiples áreas; y por otro, porque no se han establecido con claridad el rol y los ámbitos para que la militancia sea partícipe del proceso de cambio. Existe un universo de nuevos espacios de participación social a nivel local promovidos por el nuevo gobierno nacional y los gobiernos departamentales que debe ser llenados de contenido; espacios a partir de los cuales debemos forjar el protagonismo ciudadano, el relanzamiento de nuestros organismos de base y la transformación democrática del Estado.

§ No se ha convocado al Plenario Nacional, no valorando su importancia política ni respetando la frecuencia de sus reuniones establecida estatutariamente.

3. Somos Gobierno

A partir del 1º de marzo de 2005, tal como lo habíamos hecho en el gobierno de la Intendencia de Montevideo, hemos debido diferenciar claramente el partido político y el gobierno. Definimos en el Plenario Nacional del 15 de julio de 2006 que la fuerza política es más amplia que la estructura política o el partido político, y que las compañeras y compañeros que participan del Gobierno (Ejecutivo, Legislativo, Entes Autónomos, etc.) son parte de la fuerza política, aunque no sean parte de la dirección del partido político; que no son cosas que corren por vías diferentes e inconexas, sino partes de una misma fuerza política. Reafirmamos también que no es posible gobernar al ritmo de funcionamiento de la organización política y que una de las tareas fundamentales de la misma es ayudar al gobierno a aplicar el Programa común acordado y difundir en el seno del pueblo sus realizaciones y proyectos en desarrollo o a desarrollar.

Estamos atravesando un período histórico, con un entorno político y social, sumamente favorable para el crecimiento de nuestra fuerza, para la expansión de nuestros valores, la consolidación del liderazgo político del Frente Amplio, el desarrollo de nuestro perfil público de acumulación y nuestra implantación en el escenario de la sociedad uruguaya.

Un período histórico, que encuentra a nuestra fuerza política ocupando la responsabilidad del gobierno nacional, fruto de una acumulación política sin precedentes en el conjunto de la ciudadanía, que mantiene niveles de aprobación muy importantes en la opinión pública y que ha sido capaz de generar el momento de mayor reconocimiento de la izquierda como expresión de la idea de cambio y de construcción de futuro en nuestra sociedad.

Ese escenario favorable, supone una enorme responsabilidad para el Frente Amplio. Representa la gran oportunidad de desarrollar la acción transformadora de nuestro gobierno, pero también y fundamentalmente de consolidar y desarrollar aún más el liderazgo político e ideológico del Frente Amplio en la sociedad uruguaya. Construir el consenso ciudadano y la plataforma social que soporte un proyecto de cambio sostenido, acumulativo, que marque una etapa de inflexión en la historia política uruguaya: un ciclo de sucesivos gobiernos del Frente Amplio, para profundizar las trasformaciones sociales, la construcción de un Uruguay desarrollado económica y socialmente.

Sin embargo, frente a esta gran oportunidad, el accionar de nuestra fuerza política, no cuenta con la vitalidad y la dinámica necesarias. Lejos de ello, el trabajo organizado de los frenteamplistas denota cierto decaimiento, nuestra capacidad de movilización y articulación con la sociedad aparece deprimida, el mensaje político se dispersa en énfasis sectoriales, la fuerza política pierde protagonismo.

La agenda, la lógica y los contenidos de la acción del gobierno, relegan o directamente sustituyen, la agenda, la lógica y los contenidos de la acción de la fuerza política, desnaturalizando su accionar prioritario; se trata de un proceso para nada inexorable, que es pasible de comenzar a ser revertido si existe voluntad y acuerdos políticos.

Sacudirnos, reaccionar cuanto antes y hacer los ajustes de enfoque y funcionamiento político, depende de nuestras propias decisiones y resulta un imperativo para aprovechar correctamente nuestra gran oportunidad.

Actualmente el Frente Amplio despliega su accionar a nivel nacional en tres ámbitos distintos de trabajo político: Poder Ejecutivo, Poder Legislativo y estructura frenteamplista, que tienen naturalezas distintas, lógicas y ritmos diferentes. Los compañeros allí dispuestos y sus rutinas de discusión y ejecución, conforman tres espacios de trabajo frenteamplistas, cuya complementación, alineación y equilibrio, en el marco de sus autonomías relativas y de sus naturales tensiones, determinan el grado del éxito de nuestro trabajo. Pero sobre todo, el máximo desarrollo de la finalidad y acción operativa, en el ámbito específico y natural, de cada uno de estos tres ámbitos, debe ser el desafío y la búsqueda constante, comprendiendo que la contradicción, superposición, penetración excesiva o duplicación entre los mismos, más allá de las mejores intenciones, supone un perjuicio colectivo, pérdida de eficacia y energías en el propio desempeño de cada uno.

La acción del ejecutivo y su agenda marcan el ritmo; éste es rápido, cambiante, confronta, negocia, decide, anuncia, ejecuta, genera opinión, hechos continuos y nuevos escenarios.

La acción legislativa le sigue el pulso; nuestros parlamentarios, a tiempo completo, se distribuyen las tareas en múltiples comisiones en simetría con las carteras del ejecutivo y también imponen sus tiempos, su control y sus contenidos, sus propias y muy numerosas iniciativas, su agenda, sus discusiones, generan opinión, reflexionan, deciden y coordinan en su bancada y en sus sectores parlamentarios, sus matices y diferencias internas crean distintos escenarios de discusión y síntesis que constituyen parte de la histórica riqueza de nuestro Frente Amplio.

La estructura política, cuyo escenario natural no es ejecutivo ni parlamentario, tiene ritmos y tiempos distintos, su ámbito de acción es la sociedad en su conjunto; su cometido principal debiera ser comunicar y articular con ella, promover, sostener nuestro proyecto político, incrementar su base de apoyo, y la opinión favorable a nuestra tarea de gobierno y a nuestro papel transformador.

Debe controlar el cumplimiento de los grandes lineamientos, evaluar los resultados, generar objetivos y propuestas hacia el futuro, profundizar su rol de promoción de los principales logros del gobierno, sensibilizar y allanar el camino en la sociedad para el despliegue de nuestra acción transformadora, debe hacer la propaganda continua de nuestras propuestas y conquistas, debe crecer continuamente como organización aglutinante, pero no puede asumir como tarea principal, el contralor, la corrección o el seguimiento exhaustivo y permanente de la acción de gobierno, pues la misma le es inabordable. Si en eso incurre, la dinámica y la especificidad de la tarea de gobierno, la atrapará, absorberá sus tiempos, le implicará desgastes, confusión y la distanciará de su campo de acción natural, de sus prioridades.

Hay un gobierno, ejecutivo y legislativo, que debe desarrollar su acción y definir sus asuntos, en sus ámbitos, con flexibilidad y pragmatismo, sin derramar sus diferencias y evitando perfilismos sectoriales. Los compañeros y compañeras que están cumpliendo responsabilidades de gobierno, en cuanto miembros de la fuerza política, deberán integrarse a la estructura en su llegada a la sociedad.

Hay un solo Frente Amplio, que debe resolver el mejor desarrollo de su accionar, la complementación y el equilibrio de sus ámbitos, así como el mejor aprovechamiento de sus capacidades que están determinadas por la naturaleza y características de su campo natural de expresión.

Ya pasaron 30 meses, tenemos un camino recorrido y un aprendizaje realizado, hemos ido ajustando nuestro funcionamiento, pero falta mucho más, hay que actuar con inteligencia y redoblar la acción unitaria.

4. Análisis de la Estructura Política del Frente Amplio.

Desde su fundación a la fecha, el Frente Amplio ha ido ajustando su orgánica. La estructura actualmente vigente está definida sustancialmente por el Estatuto aprobado por el Plenario Nacional y ratificado mediante plebiscito interno en 1993. Su funcionamiento, con sus luces y sus sombras, fue parte del proceso de construcción del triunfo del 2005. Esta estructura, que cuenta con 14 años, debe ser objeto de una evaluación profunda para adecuarla a la dinámica política actual.

A pesar de la transformación que significó el acceso al gobierno en 2005, hay aspectos de la orgánica frenteamplista que no han cambiado, privilegiando las formalidades de un funcionamiento estructurado durante años, que no convoca a la participación.

En algunas oportunidades, no supimos darnos el rol que una fuerza política en el gobierno debe asumir; el hábito opositor nos paralizó, impidiéndonos una actitud proactiva. La estructura se preparó durante años para la obtención del gobierno, pero ha tenido dificultades para asumir las tareas propias de una fuerza política a la que le asignaron esa importante responsabilidad. La participación democrática no se puede transformar en un eslogan vacío de contenido.

4.1 La conducción política

La actualidad del funcionamiento orgánico de la fuerza política y del desarrollo del conjunto de sus actividades, evidencia, a nuestro juicio, claras insuficiencias en materia de conducción política.

Las mismas se manifiestan en distintos niveles de carencias, que afectan y debilitan el desarrollo y la solidez de su trabajo político. Entre ellas podríamos determinar: la falta de objetivos precisos para la etapa, la falta de un plan político de referencia, carencias en materia de iniciativa política, falta de activismo.

El desafío de superar estas marcadas carencias supone abordar con decisión, cambios en el funcionamiento y gestión a nivel de nuestros organismos de conducción, en el armado de sus agendas de discusión, en sus frecuencias de reunión. Es necesario renovar y fortalecer el funcionamiento, ajustando las prioridades en materia de conducción en estricta coherencia con las necesidades de la fuerza política y sus objetivos.

La fuerza política definió la estrategia general del gobierno a través del Programa y debe velar fraternalmente por el cumplimiento de sus líneas generales; pero las tareas fundamentales de esta etapa son la transmisión hacia la gente de los resultados de la gestión, la capacidad para trasmitir hacia el gobierno los reclamos y resistencias que perciba a nivel popular, ser un factor de disuasión y a veces de confrontación con los adversarios políticos, y sobre todo establecer la planificación estratégica y la continuación de la elaboración programática hacia el futuro.

Las crisis en gobiernos de izquierda (nacionales, provinciales, estaduales, municipales) devorados por los conflictos internos en varios países de Latinoamérica –y del mundo– deberían hacernos reflexionar sobre la existencia real de ese peligro, y debería fortalecer nuestra decisión de defender nuestro gobierno, que es la defensa del Frente Amplio.

4.1.1 La Presidencia

Es necesario fortalecer la Presidencia de la fuerza política de manera de garantizar su dinámica y su gestión política. La Presidencia debe tener un papel central en la elaboración y propuesta de un plan político y, luego de su aprobación, en su gestión y seguimiento. Debe constituirse en un continuo promotor de la iniciativa política y de las actividades públicas que le brinden su mayor repercusión social, en el marco del estímulo y el seguimiento de una agenda con una programación definida.

Debemos apuntar a consolidar un rol de la Presidencia como actor cotidiano del proceso de coordinación y relacionamiento con los sectores políticos y con los representantes de coordinadoras y departamentales, que permita mejorar la calidad y la prioridad de nuestra agenda de discusiones, así como la fluidez de los acuerdos que deben gestarse para la adopción de las decisiones de dirección.

Es necesario también resolver la situación planteada en cuanto a la Vicepresidencia, para aportar más colaboración y esfuerzo, en la gestión y la dinamización del proceso de conducción, en el marco de un trabajo de equipo, acorde a la jerarquía y complejidad de la tarea.

4.1.2 La Mesa Política y el Plenario Nacional

Estos organismos de dirección son fundamentales en la conducción de la fuerza política, por tanto deben dar un salto en calidad, tanto en la temática que analizan como en los procedimientos para poner en práctica sus decisiones.

Es necesario dotar a la Mesa Política de un funcionamiento más ágil, que permita abordar con mayor eficacia la discusión de los temas más importantes de la agenda, el seguimiento de la coyuntura y proyectar nuestras iniciativas en tiempos adecuados, evitando la dispersión en temas de rango menor. Debemos avanzar hacia un régimen de sesiones distinto, con más preparación, que permita una mayor producción en cuanto a reflexión y decisión.

La Mesa Política y el Plenario Nacional, órganos de conducción política del Frente Amplio, deberán asumir una actitud más activa en la generación de políticas de confrontación con la derecha, en el traslado de información y en la comunicación con la militancia y con la población, así como en la movilización de la fuerza política.

Es necesario adoptar, cuanto antes, definiciones en cuanto a la creación del Secretariado y su integración, para contar con un organismo que apoye el trabajo de conducción, resolviendo temas puntuales, operativos y administrativos, muy importantes para el funcionamiento cotidiano y que a su vez, permitiría descongestionar la agenda de la Mesa Política, para el abordaje de los temas que requieren más tiempo y mayor discusión política.

Asimismo, creemos necesario garantizar otro funcionamiento para nuestro Plenario Nacional, acorde a su importancia en lo que refiere a la conducción de la fuerza política. Debemos cumplir con un calendario de reuniones que respete una frecuencia establecida y que permita avanzar en la discusión y definición de los temas, marcando también etapas de trabajo unificado en materia de iniciativas y actividades de movilización a realizar.

Los sectores políticos deben realizar un aporte mucho más significativo al trabajo de conducción, decisión y fortalecimiento de nuestra iniciativa política. Resulta necesario impulsar un proceso de articulación de los acuerdos y la relación política entre los sectores, que permita afirmar criterios comunes de trabajo, tanto en las instancias de dirección como en la propia base frenteamplista, para facilitar la renovación de nuestras modalidades de articulación con la sociedad.

Es imprescindible encarar, en esta nueva etapa, con mucha voluntad, este proceso de fortalecimiento de la relación entre los sectores políticos. El mismo es de importancia fundamental, no solo para vigorizar y agilitar el funcionamiento, sino también para afianzar nuestra unidad en un escenario político que será cada vez más áspero para el trabajo de nuestro gobierno, donde la capacidad de iniciativa y de respuesta de la fuerza política será fundamental en el apoyo de su gestión.

Las Comisiones Nacionales de la Mesa Política deben jerarquizarse y funcionar con la integración y en el ejercicio pleno de las competencias que les establece el Estatuto (arts. 106 y 107). Sus Presidentes deberán ser convocados en forma habitual a participar de las sesiones de la Mesa Política.

4.2 La participación y el trabajo de base.

Hoy tenemos que ser conscientes que hay muchos más militantes del Frente Amplio realizando tareas en estructuras de gobierno (nacional, departamentales y comunales) con una enorme dedicación de tiempo y esfuerzo. Hay que buscar los equilibrios necesarios entre dichas tareas y la militancia que de ellos necesita la orgánica frenteamplista, teniendo en cuenta que muchos de ellos son los mejores cuadros con los que cuenta la izquierda.

También tenemos que tener en cuenta que el aumento sustancial del número de votantes, que nos permitió acceder al gobierno, no ha sido acompañado de un crecimiento similar de la militancia, lo que no contribuye a la generación de una democracia participativa. Debemos tener presente que la crisis de las formas de participación que conocemos históricamente, es un fenómeno que se da en todo el mundo, simultáneamente con el surgimiento de otros mecanismos de participación que no hemos sabido integrar y utilizar; parecería lógico detenernos a pensar en incorporar las nuevas tecnologías en el funcionamiento de nuestra estructura política.

Tenemos que volver a ser capaces de convocar a la más amplia participación popular, definiendo objetivos políticos claros. Esto sólo será posible si asumimos la responsabilidad de definir planes políticos, estrategia para desarrollarlos y proyectarlos, y táctica para efectivizarlos en los momentos políticos adecuados.

Todos conocemos la importancia fundamental que tiene, para nuestra fuerza política, la participación de los frenteamplistas. Allí donde es imprescindible, en el barrio, en el contacto franco y directo con los vecinos, en el diálogo cotidiano, en las reuniones de cada comité, en las reuniones de la cooperativa, en los grupos de jóvenes, en la murga o en el club, allí hay frenteamplsitas, allí hay compañeros, compartiendo e incidiendo, aportando iniciativas, generando ideas, sosteniendo diariamente nuestros ideales, irradiando nuestros valores, construyendo más Frente Amplio. Es el movimiento ciudadano que expresa la energía y la participación del pueblo frentista, que distingue en nuestro país, a la única fuerza política capaz de generarlo.

Los comités de base son una columna central de ese movimiento, centros de reunión, discusión y actividad, base de la presencia organizada del Frente Amplio. Han atravesado diferentes etapas desde su fundación: resistencia, reconstrucción, oposición, y reconocido y esforzado trabajo militante; en el presente, con el Frente Amplio con la responsabilidad del gobierno nacional y ocho gobiernos departamentales, deberán ser aún más puntos de referencia centrales en la vida del FA, que tendremos que jerarquizar y relanzar hacia el futuro. Hoy, teniendo en cuenta su realidad, su integración, su funcionamiento, es menester ajustar su rol, para que en estos dos años, el relacionamiento con y entre los integrantes de la fuerza política adopte un rumbo de construcción dinámica y permanente

La militancia en los Comités de Base ha decaído fuertemente, acompañando el proceso de disminución de la participación. Este fenómeno social nos invita a renovar contenidos, a buscar otras formas de convocatoria y de comunicación con los frenteamplistas y con los ciudadanos en general, a examinar y adecuar nuestras rutinas de trabajo político.

A nuestro juicio debemos discutir cómo dirigir las principales energías de nuestro trabajo militante hacia la comunicación con nuestro entorno social, cómo generar actividades que mejoren nuestro contacto y nuestra llegada con el ciudadano común en sus distintos espacios.

Debemos ser conscientes de la necesidad de revisar nuestro funcionamiento, para mejorar nuestra convocatoria. Es necesario tener en cuenta que la rutina de reunión y discusión semanal de nuestros informes internos, representa una zona de interés muy limitada, que reúne a una pequeña porción de nuestros adherentes, núcleo de compañeros fundamental para el funcionamiento de la fuerza política. Debemos plantearnos como esenciales las actividades con contenidos mucho más abiertos y atractivos que puedan acercar la máxima cantidad de compañeros. Esto implica pensar fundamentalmente en actividades a desarrollar, rescatando el valor de la organización de jornadas de encuentro, donde se fortalezcan también los contenidos sociales, la expresión cultural, los lazos fraternales entre los frenteamplistas.

Fortalecer a los organismos de base comienza por establecer sus direcciones, organizar y regularizar su funcionamiento, agendar su temática según los aportes circunstanciales fomentando la participación de toda su militancia, aumentando ésta a expensas de sus votantes, en el vecindario, que lo invite al involucramiento. En estos próximos dos años esto es de vital importancia, para derrotar a esa derecha que pugna por rescatar el protagonismo que perdió y que no escatima esfuerzos, ni acciones para dividir o debilitar a la izquierda que se impone desde el gobierno y para mantener el cumplimiento del Programa prometido a la ciudadanía.

4.3 Los jóvenes y su participación en el Frente Amplio

Este es un gran tema que merece ser discutido y analizado en profundidad, sin simplismos y asumiendo de lleno que, actualmente, tenemos graves problemas en cuanto a la integración y participación de los jóvenes en el Frente Amplio y que los mismos no se pueden resolver con un par de acciones, sino con una política institucional decidida y sostenida en el tiempo.

Tenemos una fuerza política cuyos participantes cotidianos tienen un promedio de edad elevado. Hemos sufrido, en la última década un proceso acelerado de retirada de los jóvenes de la militancia activa tanto en la estructura del Frente Amplio como en los sectores políticos que lo integran. Este fenómeno, no abarca sólo el segmento de los más jóvenes, sino que hay un serio déficit de integración a la participación del colectivo que cuenta con menos de 40 años.

El Frente Amplio debe repensar su política y su actitud, en el acercamiento y comunicación con los jóvenes, que paradójicamente, en su enorme mayoría, se reconocen como frenteamplistas y así lo demostraron no sólo con su comportamiento electoral, sino acompañando, en forma multitudinaria, las principales movilizaciones de la pasada campaña electoral.

Lamentablemente, más allá de la preocupación, no se ha observado ningún esfuerzo consistente en materia de iniciativas dirigidas a atacar este grave problema de nuestra fuerza política. El Frente Amplio como tal no posee un mensaje y una propuesta dirigida a los jóvenes, no ha incorporado su problemática a la discusión de su conducción, no ha impulsado ninguna agenda de actividades para la promoción de su propuesta hacia los jóvenes.

No alcanza con abrir espacios y realizar llamados genéricos. El Frente Amplio debe integrar y reivindicar como propias la problemática y las propuestas hacia los jóvenes, emitir señales e iniciativas consistentes y continuas en ese sentido, para reconstruir un vínculo y un escenario de participación política juvenil hoy bastante deteriorado y que representa un fuerte cuestionamiento al presente y al futuro de nuestra fuerza política.

4.4 Algunas propuestas

Mejorar el funcionamiento y el accionar de nuestra fuerza política hoy, requiere también plantearse la necesidad de modernizar el tipo de herramientas que los frenteamplistas nos damos.

Hemos discutido por mucho tiempo nuestros problemas de comunicación con la ciudadanía, la necesidad de mejorar la llegada de nuestro mensaje y los contenidos de nuestras propuestas. El Frente debe:

Ø disponer de un mecanismo oficial de información inmediata de las resoluciones que adoptan sus órganos de dirección

Ø implementar instrumentos de comunicación regular y profesional con todos sus adherentes, incluyendo los medios electrónicos.

Ø organizar e instrumentar campañas centrales temáticas, de respaldo a la acción de gobierno, pero con una planificación, una inversión y un despliegue de envergadura. Nos referimos a campañas de difusión y propaganda a nivel nacional, planificadas, que incluyan un calendario de actividades sostenido durante 4 o 5 meses, con materiales de apoyo, con actividades de lanzamiento y cierre, con un adecuado respaldo publicitario callejero y de medios.

Ø definir periódicamente jornadas de “El Frente Cumple”, donde se celebren reuniones abiertas organizadas por todas las coordinadoras y en las ciudades del interior que se pueda, donde los representantes frenteamplistas en el gobierno realicen un informe político y dialoguen con la ciudadanía.

En función de criterios políticos establecidos por la dirección, es necesario establecer una política de locales, en el marco de un plan que atienda a dotar a los organismos del FA de espacios idóneos para un funcionamiento regular de acuerdo a sus responsabilidades políticas.

Debemos generar posibilidades de intercambio con muchos compañeros y compañeras que no están integrados a la orgánica frenteamplista, pero que podrían estar dispuestos a participar y mantener un vínculo mediante otro tipo de instancias y convocatorias, basadas en otras afinidades o espacios de identificación. Por ejemplo, se podrían impulsar con mayor asiduidad encuentros de profesionales frenteamplistas, de universitarios, de trabajadores frentistas, de pequeños y medianos empresarios, de productores agropecuarios, etc.

Los organismos de conducción del Frente Amplio (Plenario Nacional, Mesa Política, Presidencia del Frente Amplio, Coordinadoras y Departamentales) deben elaborar una clara orientación estratégica para mejorar su funcionamiento y el de la fuerza política en general, establecer un calendario, un auténtico plan político que contribuya a la vez a modificar la inercia y monotonía que, en muchos aspectos, nos caracteriza actualmente. Hay que mejorar sustancialmente la coordinación entre las comisiones centrales y de éstas con los organismos intermedios y de base, dejando de actuar a partir de iniciativas aisladas y descoordinadas, a esfuerzos valiosos pero poco efectivos y sin continuidad, que además de sus consecuencias políticas suponen muchas veces una mala utilización de nuestros recursos humanos y materiales.

El Plenario Nacional deberá integrar una comisión que se encargue de analizar y proponer adecuaciones a nuestro Estatuto a los efectos de armonizar sus normas a un funcionamiento más dinámico de nuestra fuerza política. Esto sólo será posible en el marco de un gran y fraterno acuerdo político.

5. El futuro

El futuro nos exige consolidar los cambios, profundizar lo que está bien y corregir lo que está mal, pero sobre todo, debemos ser conscientes que el futuro de nuestro país, de su gente, de sus sueños, depende del buen desempeño de este gobierno y también del desempeño de esta fuerza política. Es nuestra responsabilidad asegurarle continuidad histórica al proyecto de cambio de nuestra sociedad que hemos construido con tanto sacrificio y esfuerzo. La construcción de un Uruguay con justicia social, un Uruguay productivo, un Uruguay innovador, un Uruguay democrático, un Uruguay integrado a la región y al mundo, dependen de nuestra capacidad de gobernar y del liderazgo político del Frente Amplio. En la construcción de las naciones no hay milagros ni atajos. Hemos avanzado mucho, pero falta mucho más aún. Algunas reformas estructurales que hemos comenzado a implementar, no son posibles de ejecutar en un período de gobierno, por lo que es imprescindible trabajar desde el Frente Amplio para la renovación del mandato ciudadano, sin el cual, no habrá una sociedad más próspera y justa. Bienvenidas las propuestas constructivas, la necesaria crítica y autocrítica siempre que no pierdan de vista el objetivo principal: apoyar a un gobierno que está realizando una transformación estructural histórica del Uruguay, sentando las bases fundadoras de un nuevo Estado y fundamentalmente de una nueva sociedad. La justicia, la eficiencia productiva, el crecimiento económico, la solidaridad con los más débiles, el avance hacia una sociedad más igualitaria, la participación democrática, se verían fuertemente comprometidos si la derecha volviera a gobernar este país. La derecha siempre apuesta a dividir para reinar. La izquierda debe tener muy presente que su fuerza principal está en la unidad de acción, en la capacidad de sumar la acción del gobierno, de la organización política y la participación popular. Defender nuestro gobierno es defender el Frente Amplio. Defender al Frente Amplio es defender nuestro gobierno.

¡VIVA EL URUGUAY!

¡VIVA LA UNIDAD LATINOAMERICANA!

¡VIVA NUESTRO GOBIERNO!

¡VIVA EL FRENTE AMPLIO!

Montevideo, 08 de octubre de 2007

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