APORTE DEL COMITÉ EN LA DISCUSIÓN HACIA EL CONGRESO

BALANCE Y PERSPECTIVAS DE LA FUERZA POLÍTICA Y BALANCE Y PERSPECTIVAS DEL GOBIERNO NACIONAL DEL FRENTE AMPLIO HACIA EL CONGRESO “COMPAÑERO GRAL. LIBER SEREGNI”

El análisis que hace nuestro Comité, es el resultado de la lectura de los documentos que elaboraran las Comisiones respectivas, en lo que tiene que ver con los temas del Congreso.
Lo primero que habría que decir, es que se hace muy difícil separar el análisis en fuerza política por un lado y gobierno por otro. En primer lugar, porque las compañeras y compañeros que participan del Gobierno (Ejecutivo, Legislativo, Entes Autónomos, etc.) son parte de la fuerza política, aunque no sean parte de la dirección del partido político; no son cosas que corren por vías diferentes e inconexas, sino partes de una misma fuerza política. Los compañeros que hoy están en puestos de gobierno, lo están porque los puso ahí la fuerza política. Y quienes están en el gobierno porque allí los colocó esta fuerza política a ella pertenecen y a ella se deben en última instancia. De manera que en el análisis que sigue, cuando nos referimos a los documentos, lo hacemos indistintamente al de balance de la fuerza política y al de balance de gobierno, y las citas que incluimos pertenecen a los dos.
Lo segundo que nos parece importante destacar, es valorar positivamente el esfuerzo de los compañeros que, con aciertos y con errores, dedicaron horas de su esfuerzo militante a la tarea de elaboración de los documentos. Muchas veces, en el fragor de las discusiones y en el apasionamiento, olvidamos que es gracias a estos compañeros que con su aporte y dedicación –restados muchas veces al tiempo con sus familias y a sus hogares- mantienen viva la llama y la mística frenteamplista sin la que hoy por supuesto no seríamos gobierno y no existiríamos como fuerza política.
Gobierno y Programa
Si en la construcción del Frente Amplio -como dicen los documentos- “…participaron compañeros que entendieron que había llegado la hora de poner el acento en los conceptos que los unían, anteponiendo el interés general a sus proyectos grupales o personales, en aras de construir una herramienta política unitaria de toda la izquierda, sin exclusiones…”, entonces aquellos compañeros que pasan a integrar el gobierno deben tener esto último en cuenta. Y si esto es así no se entiende como es que una vez instalados en el gobierno nuestros compañeros frenteamplistas impulsen acciones que nada tienen que ver con lo que hemos elaborado en colectivo sino precisamente lo que parecen ser sus proyectos grupales o personales. No estamos hablando de hipótesis teóricas que se podrían dar, sino de hechos concretos que ya sucedieron, como la firma de un Tratado de Protección de Inversiones con los Estados Unidos, el envío de tropas a Haití, las maniobras UNITAS, el desarrollo de la industria celulósica, o el trabajo en pro de un TLC con los Estados Unidos.
El documento que hace el balance del gobierno, expresa textualmente que “Antes del primero de marzo del 2005, el gobierno electo en pleno se reúne con los organismos internacionales acreedores por préstamos de emergencia. Se trataba de negociar fórmulas de pago a los mismos que aliviaran la presión financiera que significaban las amortizaciones de deuda en los primeros años del período. En esas reuniones, aparte de cumplir con el objetivo financiero, se generaron condiciones para la construcción de programas marco que permitieran obtener asistencia técnica y financiera para la puesta en marcha de los lineamientos programáticos de la fuerza política: el plan de emergencia; el cumplimiento con los pagos de intereses y amortizaciones de la deuda pública; la preparación de las grandes reformas estructurales anunciadas en los postulados del Uruguay productivo, social, democrático, integrado, inteligente y cultural. Obtenidos los acuerdos necesarios, e instalado el gobierno en sus funciones, da comienzo la tarea de tomar posesión real de ese nuestro gobierno”. Sin embargo, eso no era lo que planteaba el programa respecto de la deuda y de nuestra relación con los organismos multilaterales de crédito. Lo que dice nuestro programa es que “Deberemos enfrentar este mundo de bloques con un relacionamiento basado en la cooperación y en la unidad de América Latina, que permita un relacionamiento de nuevo tipo con los organismos financieros internacionales como el FMI, las transnacionales y con la potencia hegemónica”. Y también que “Nuestro país debe sumar su voz y sus esfuerzos al conjunto de países con quienes comparte visiones para defender sus intereses en el contexto de los organismos multilaterales de comercio y de crédito”. De manera que nuestros compañeros en el gobierno se apartaron del programa ya desde antes de asumir el primero de marzo de 2005, como lo reconoce el documento. Y eso el documento no lo señala como un apartamiento sino como algo muy natural y fuera de discusión. Pero además, ese apartamiento indudablemente influyó decisivamente en el rumbo económico posterior de nuestro gobierno. Cuando el documento señala como una de las metas de corto plazo que se propuso el gobierno “generar condiciones para aumentar la inversión pública, dentro de las restricciones presupuestales existentes y la inversión privada, nacional y extranjera, directamente vinculada a la producción, de modo de crecer y generar más empleo”, se abstiene de decir que esas restricciones presupuestales están contenidas en el acuerdo con el Fondo Monetario y en el superávit fiscal primario comprometido. Sería bueno que la fuerza política fuera informada acerca de cuales fueron las acciones emprendidas por la Unidad de Gestión de Deuda creada por el gobierno, para llevar adelante la propuesta programática del Frente Amplio respecto de este tema, y no de lo que hizo porque entendió conveniente hacer.
La frase del documento que dice: “Defender nuestro gobierno es defender el Frente Amplio. Defender al Frente Amplio es defender nuestro gobierno” no nos convence. Preferimos decir que un gobierno comprometido con su fuerza política es una fuerza política comprometida con su gobierno. Esto se ajusta mejor a lo que se dice más adelante y con lo que estamos totalmente de acuerdo: “…en una perspectiva de profundización de los cambios para cumplir con el programa, donde se requiere una fuerte voluntad política desde el gobierno, un accionar decidido de la fuerza política y la participación activa de las fuerzas sociales”. Pero para que eso sea posible, es necesario que esos tres elementos (gobierno, fuerza política y fuerzas sociales) tengan el mismo norte, que todos empujen en el mismo sentido. De lo contrario, la acción popular es un tironeo en donde cada cual tira hacia su lado y las fuerzas se anulan en lugar de sumarse.
La movilización.
Es absolutamente cierto lo que plantea el documento en el sentido de que “un elemento central en esta estrategia es el accionar de masas de la fuerza política y allí tenemos que analizar dificultades que se arrastran desde hace tiempo”. Y podemos coincidir también con lo que se afirma más adelante: “Hay factores estructurales que debilitan la participación política: la desorganización del tejido social, los múltiples mensajes individualistas y consumistas, la tendencia a delegar en otros la responsabilidad de los cambios y la crisis de paradigmas”. Pero creemos que allí falta el análisis de aquellas causas que tienen su origen en la propia acción del gobierno. Todos sabemos que una gran cantidad de militantes frenteamplistas de toda la vida se han ido para sus casas decepcionados por lo que consideran acciones de gobierno no solamente apartadas del programa sino contrarias a definiciones básicas y originarias del Frente Amplio. No son pocos los militantes frenteamplistas que consideran que firmar un Tratado de Protección de Inversiones con los Estados Unidos, o enviar tropas a Haití a defender una situación creada por los Estados Unidos, o trabajar por la concreción de un TLC con ese país, o sumarse a las maniobras Unitas, etc., es abandonar nuestra condición de antiimperialistas. No son pocos los que consideran que una reforma tributaria que rebaja los aportes de los capitalistas y aumenta los de los asalariados es abandonar nuestra condición de antioligárquicos (con el agravante que plantea el propio documento de balance: “El sistema será evaluado permanentemente y en la medida que los resultados expresen mejoras tanto en la administración como en la recaudación, será posible mejorar la equidad”. Es decir, habrá más equidad si mejora la recaudación). No son pocos los que se sorprenden y no entienden nada cuando nuestros compañeros en el gobierno cometen errores garrafales como la presentación del “proyecto García Pintos” sobre el nunca más. Y esto lo decimos más allá de que quienes así piensan tengan razón o no. La cuestión es si estos temas han sido discutidos en la forma adecuada. Si en estos temas se ha tenido en cuenta una correcta relación entre fuerza política y gobierno, o si se han resuelto por la vía de hechos consumados; eso es lo que importa.
Compartimos lo que expresa el documento en cuanto a que “La movilización social no es solo para protestar, es también para apoyar y defender. Sirve para consolidar y corregir”. Este Comité y la Coordinadora Costa 1 vaya si lo saben, habiendo realizado en lo que va del período innumerables acciones tendientes a llevar la palabra directa de nuestros gobernantes a la gente, para que la ciudadanía pueda estar informada y participar en forma consciente y comprometida. Nuestro Comité y nuestra Coordinadora han convocado a prácticamente todos los ministros y la mayoría de los legisladores del FA, y hemos contado con la presencia de muchos de ellos; y también ha sabido pintar paradas, carteleras, y pasacalles, o ha repartido volantes difundiendo las medidas que ha considerado que van en el rumbo comprometido por la fuerza política. Pero para salir a la calle a apoyar y defender, la militancia se tiene que sentir consustanciada con los cambios. Debe sentir que los cambios van en el sentido de lo que elaboramos y propusimos entre todos. La militancia tiene que enamorarse del proceso de cambios y sentirlo profundamente. Y sobre este punto debemos decir que no siempre ha sido así. Que no siempre los cambios han ido en el sentido de lo que habíamos definido en el programa ni con la profundidad que allí proclamábamos, y que muchas veces las acciones de nuestro gobierno han ido en sentido totalmente contrario, más allá de las razones que se esgrimieran en cada caso para adoptar esa actitud. Nadie nos entendería si nosotros, frenteamplistas comprometidos, saliéramos a decir que la firma de un Tratado de Protección de Inversiones con los Estados Unidos, o los esfuerzos realizados para llegar a la firma de un TLC son en cumplimiento del Programa. Recordemos lo que dice el programa al respecto: “Rechazamos el actual proyecto ALCA y los eventuales acuerdos bilaterales de comercio con Estados Unidos concebidos en este marco, en tanto no resultan favorables a nuestros objetivos de consolidación de país productivo”. Tampoco nos entenderían si saliéramos a defender el envío de tropas a Haití, o la participación en las maniobras UNITAS, acciones a las que siempre nos opusimos cuando los que gobernaban eran otros. Estas son acciones de gobierno que nada tienen que ver con la mística frenteamplista y que de ninguna manera pueden (ni deben) generar manifestaciones incondicionales de apoyo. Ningún frenteamplista saldría a agitar sus banderas para festejar este tipo de actitudes de nuestro gobierno o de nuestros parlamentarios.
El pueblo, a pesar de todo, se moviliza.
No entendemos como el documento se lamenta de que la fuerza política ha dejado de convocar, y no le llama la atención que el pueblo no se ha dejado de movilizar. En todo este período, las movilizaciones no se han detenido. Lo que ha sucedido es que ya no ha sido nuestro Frente Amplio el que se ha puesto al frente de ellas, y eso sí es preocupante. Cuando el pueblo siente que debe movilizarse lo hace, y no faltan ejemplos de ello: 1) las marchas del 20 de mayo en reclamo de verdad, justicia y nunca más terrorismo de Estado; 2) las movilizaciones en torno al rechazo al TLC; 3) las manifestaciones de repudio a la visita del genocida Bush; 4) la movilización del PIT-CNT en rechazo al paro de los transportistas y contra la arremetida de la derecha.
Coincidimos con el documento en que “La movilización y la efervescencia generaron en su momento niveles de participación que acercaron decididamente nuestra fuerza política a la gente” y con lo que agrega más adelante en cuanto a que “Seguimos asistiendo a un proceso de dispersión de la militancia orgánica frenteamplista”. Pero a la hora de analizar las causas de ello, los compañeros le adjudican prácticamente toda la responsabilidad a la fuerza política, cuando rompe los ojos que la efervescencia de la participación tiene que ver con la correspondencia entre lo que la fuerza política dice y lo que sus representantes hacen. El documento atribuye la desmovilización a “un insuficiente debate político en los diferentes niveles de la estructura que no ha permitido procesar adecuadamente las distintas valoraciones sobre algunas políticas de gobierno”. No creemos que el debate ha sido insuficiente, tenemos que decir que cuando lo ha habido, las conclusiones han sido de crítica a las acciones del gobierno, y que por regla general estas críticas no se han tenido en cuenta, salvo en el caso del proyecto del nunca más y el retroceso a medias en el caso del TLC.
¿Cuál es nuestro rol?
No creemos que, como dice el documento, una de las tareas fundamentales de la fuerza política sea “… ayudar al gobierno a aplicar el Programa común acordado y difundir en el seno del pueblo sus realizaciones y proyectos en desarrollo o a desarrollar”. Porque como bien dijimos en el IV Congreso, “la organización política no puede ni debe agotarse a sí misma en su relación con el gobierno. Esta debe trascender al gobierno y elaborar políticas para el futuro”. Pensamos que una de las tareas fundamentales de la fuerza política es seguir generando programa, imaginando y dándole formas al futuro. Pero tal vez la más importante de todas es seguir generando la participación y el compromiso de la gente desde abajo. Porque ese es el compromiso que asumimos en nuestro programa: “…el compromiso con el desarrollo de una ciudadanía nueva, activa, participativa y responsable”. Es exactamente al revés de lo que plantea el documento: es la fuerza política la que necesita la ayuda del gobierno. Necesita que nuestro gobierno aplique el programa que comprometimos con la gente, para que cuando la fuerza política actúe entre la gente no tenga que estar dando explicaciones de por que no estamos haciendo lo que dijimos. La fuerza política necesita tener el respaldo de un gobierno comprometido con las causas populares para trabajar entre el pueblo. Si esto se da de esa manera, es decir, con un gobierno aplicando el programa democrático avanzado que entre todos elaboramos en el último Congreso, con una fuerza política promoviendo la participación popular, haciendo que los ciudadanos ocupen los espacios de participación que se generan desde el gobierno, con un pueblo movilizado en la defensa de sus derechos, entonces los cambios serán profundos e irreversibles.
Si cuando no éramos gobierno, “La movilización y la efervescencia generaron en su momento niveles de participación que acercaron decididamente nuestra fuerza política a la gente”, y ahora que somos gobierno “No hemos sido capaces de movilizarnos a la hora de defender y difundir los logros de nuestros gobiernos”, las razones que se nos ocurren para ello son dos: 1) La fuerza política no encontró su lugar en el espacio político una vez que llegamos al gobierno, y al no estar suficientemente discutido su rol y su relación con el gobierno no supo que hacer; 2) Los logros del gobierno no han sido de tal magnitud como para generar en la militancia frenteamplista una movilización proactiva, mientras que las acciones contrarias a la mística antioligárquica y antiimperialista (ya mencionadas) fueron lo suficientemente fuertes como para desmovilizar al núcleo más militante.
Salvo que haya compañeros que entiendan posible que la militancia frenteamplista cambió súbitamente al día siguiente de las elecciones, y ya no se moviliza más. Decidió de un día para el otro quedarse en su casa y ver como evoluciona la marcha del gobierno a través de la tele. Como creemos que esta opción no es real, nos inclinamos a pensar que las razones habría que buscarlas en las dos que mencionábamos antes, o en una combinación de ambas.
La relación fuerza política-gobierno
Compartimos la gran mayoría de los elementos que el documento señala como positivos en el accionar de la fuerza política en este período, pero respecto del último: “la presencia habitual de los Ministros y jerarcas de gobierno en la Mesa Política, realzó la importancia del órgano de conducción política del Frente Amplio, y fortaleció el diálogo y la necesaria interacción entre gobierno y fuerza política”, debemos decir que esto no siempre fue así. En temas de enorme trascendencia, como el TLC con los Estados Unidos, la interacción entre gobierno y fuerza política fue nula. La información que la Mesa Política Nacional reclamaba llegaba tarde y mal o no llegaba. La información que se requería por parte de la fuerza política para tomar posición sobre el TIFA llegó cuando los representantes de EEUU ya estaban en el país para firmar el acuerdo y cuando una resolución en contra hubiera significado desautorizar lo que el gobierno ya tenía resuelto. De manera que la presencia habitual de los ministros y jerarcas en la Mesa Política lo encontramos positivo, pero si esa interacción es de ida y vuelta y no para informar sobre cosas ya resueltas.
No sabemos exactamente a que se refiere el documento cuando dice que “no es posible gobernar al ritmo de funcionamiento de la organización política”. Esta muletilla tan repetida, parecería estar indicando que el gobierno va a un ritmo tan rápido que no puede esperar por las resoluciones de la fuerza política que serían tomadas a un ritmo demasiado lento. Más adelante el documento dice expresamente que: “La acción del ejecutivo y su agenda marcan el ritmo; éste es rápido, cambiante, confronta, negocia, decide, anuncia, ejecuta, genera opinión, hechos continuos y nuevos escenarios”. Sin embargo, podríamos dar múltiples ejemplos que demuestran lo contrario, y que muchas veces la fuerza política no está en condiciones de tomar resoluciones a tiempo porque no es informada como es debido por los compañeros del gobierno. El TLC o el TIFA son claros ejemplos de ello. Hace ya varios meses que la Mesa Política Nacional viene pidiendo que se le informe acerca de los avances en las negociaciones y el gobierno no ha informado nada. Y lo mismo podríamos decir sobre otros temas como el Comando Sur, o los casos que no se trataron en el Tribunal de Conducta Política porque nunca les llegó la información. También en los gobiernos departamentales padecemos de problemas similares, y a vía de ejemplo digamos que muchos ediles locales han venido actuando en las Juntas y el nombramiento desde el gobierno les ha llegado meses después.
Una oportunidad histórica
Pero creemos que el meollo de la cuestión se encuentra en el capítulo 3 del documento (Somos gobierno). Allí el documento plantea acertadamente que “Estamos atravesando un período histórico, con un entorno político y social, sumamente favorable para el crecimiento de nuestra fuerza, para la expansión de nuestros valores, la consolidación del liderazgo político del Frente Amplio, el desarrollo de nuestro perfil público de acumulación y nuestra implantación en el escenario de la sociedad uruguaya. Un período histórico, que encuentra a nuestra fuerza política ocupando la responsabilidad del gobierno nacional, fruto de una acumulación política sin precedentes en el conjunto de la ciudadanía, que mantiene niveles de aprobación muy importantes en la opinión pública y que ha sido capaz de generar el momento de mayor reconocimiento de la izquierda como expresión de la idea de cambio y de construcción de futuro en nuestra sociedad. Ese escenario favorable, supone una enorme responsabilidad para el Frente Amplio. Representa la gran oportunidad de desarrollar la acción transformadora de nuestro gobierno, pero también y fundamentalmente de consolidar y desarrollar aún más el liderazgo político e ideológico del Frente Amplio en la sociedad uruguaya. Construir el consenso ciudadano y la plataforma social que soporte un proyecto de cambio sostenido, acumulativo, que marque una etapa de inflexión en la historia política uruguaya: un ciclo de sucesivos gobiernos del Frente Amplio, para profundizar las trasformaciones sociales, la construcción de un Uruguay desarrollado económica y socialmente”.
Y es cierto lo que expresa a continuación: “Sin embargo, frente a esta gran oportunidad, el accionar de nuestra fuerza política, no cuenta con la vitalidad y la dinámica necesarias. Lejos de ello, el trabajo organizado de los frenteamplistas denota cierto decaimiento, nuestra capacidad de movilización y articulación con la sociedad aparece deprimida, el mensaje político se dispersa en énfasis sectoriales, la fuerza política pierde protagonismo”.
Lo que no nos explicamos, es como quienes elaboraron el documento no encuentran una relación directa entre el decaimiento de nuestra fuerza política y la acción del gobierno. ¡¡Claro que estamos ante una coyuntura histórica invalorable!! Que el Frente Amplio llegara a obtener el gobierno en una coyuntura histórica como esta, seguramente no estaba en los planes de nadie. El documento de balance de gobierno agrega algo nada menor: “El FA accede al gobierno nacional y a ocho gobiernos departamentales, que en conjunto contienen al setenta y cinco por ciento de la población y la mayor parte del PIB nacional. A la vez obtiene la mayoría absoluta en el parlamento, como consecuencia de un profundo cambio operado en la sociedad uruguaya”. Y nosotros agregamos: con un mundo creciendo a niveles record en la historia y con lo que eso significa en cuanto a nuevos y más amplios mercados, pero también en cuanto a los precios de las materias primas que exportamos. Una América Latina que crece en conjunto, pero además girando a la izquierda e intentando llevar a cabo los sueños integracionistas de nuestros libertadores. Nadie podía esperar que el Mercosur fuera lo que es hoy, con nuevos países que se suman, con gobiernos progresistas y con pueblos empujando los cambios. Un continente ávido de cambios y pueblos dispuestos a comprometerse con los mismos, dándose incluso sus propios ámbitos de participación (Foro de San Pablo, Foro Social Mundial, etc.). Un imperialismo desacreditado ante las grandes masas y acorralado en todos los frentes. De manera que es verdad, ahora es el momento. Estamos en un momento excepcionalmente bueno en el país. La región y el mundo también están en el mejor momento; tenemos unos precios excepcionalmente altos en las materias primas que exportamos; la recaudación ha tenido un crecimiento espectacular; hemos hecho ahorros significativos en el gasto del Estado simplemente terminando con las corruptelas; según nos dice el equipo económico hemos ahorrado divisas también con el pago por adelantado de la deuda con el FMI; ya no perdemos con las inversiones de ANCAP en Argentina, y estamos ahorrando por la compra del petróleo a Venezuela; y hemos aumentado nuestros ingresos por un aumento constante de nuestras exportaciones. Entonces, la pregunta es: ¿no será que los avances de nuestro gobierno no están a tono con esas posibilidades de la coyuntura histórica? ¿No será que la militancia se desmoviliza porque no entiende por qué en un entorno latinoamericano antiimperialista y favorable a la integración, nuestro gobierno lo primero que hace es firmar un Tratado de Protección de Inversiones con los Estados Unidos y luego trabaja denodadamente por un TLC, aunque ello le provoque problemas con los hermanos del Mercosur? Recordemos lo que dice el programa: “El EP - FA entiende que la profundización y el fortalecimiento del MERCOSUR representa la estrategia más idónea para desarrollar una inserción internacional que contribuya a potenciar el desarrollo económico y las mejoras en el bienestar de la población” ¿No será que la militancia frenteamplista no entiende como es posible que en un entorno tan favorable económicamente y con un gobierno del FA quienes más ganen sean los grandes capitales? Esto no significa que no reconozcamos los avances del gobierno fundamentalmente en el combate a la pobreza y la indigencia. Pero en una coyuntura de estas características, nadie puede extrañarse que la militancia frenteamplista se niegue a salir a combatir a las calles empuñando un volante que festeja porque rebajamos el IVA del pollo (aunque el pollo suba). O que esa militancia festeje como si fuera un acto revolucionario y antioligárquico destinar 18 millones de dólares a la rebaja del boleto urbano, cuando eso significa en el bolsillo de un trabajador aproximadamente 80 pesos por mes, y cuando los empresarios, en cambio, acaban de ser beneficiados con la rebaja de impuestos por 64 millones de dólares con la reforma tributaria.
Lo que queremos significar, es que si ante una coyuntura histórica, tanto en lo internacional como en lo nacional, la fuerza política no es capaz de movilizar al pueblo en apoyo de su gobierno, las causas no hay que buscarlas en la fuerza política. Porque hay algo que si no lo tenemos claro no vamos a llegar a ninguna conclusión correcta: cuando el pueblo tiene un gobierno que lo interpreta a cabalidad, se moviliza solo, sin necesidad de que lo convoquen. Y ejemplos de ello no faltan, basta mirar hacia Cuba, Venezuela o Bolivia. Por lo tanto, las invocaciones que hace el documento respecto a “Sacudirnos, reaccionar cuanto antes y hacer los ajustes de enfoque y funcionamiento político, depende de nuestras propias decisiones y resulta un imperativo para aprovechar correctamente nuestra gran oportunidad” no deberían estar dirigidas exclusivamente a la estructura de la fuerza política.
Estamos de acuerdo en que el rol de la fuerza política, como plantea el documento, debe ser “controlar el cumplimiento de los grandes lineamientos, evaluar los resultados, generar objetivos y propuestas hacia el futuro, profundizar su rol de promoción de los principales logros del gobierno”, pero para eso es necesario que cuando la fuerza política controla el cumplimiento de los grandes lineamientos y evalúa los resultados y esta evaluación es crítica, sea tenida en cuenta. Y para promocionar los logros del gobierno el militante debe estar convencido de que vale la pena promocionarlos. Estos logros deben ser propios de una fuerza de izquierda, y no porcentajes o meras cifras macroeconómicas que nada dicen a doña María ni a don José. Porque está muy bien el análisis que hace el documento de la situación del país al 1º de marzo de 2005, pero lo que allí no se dice es que el país ya venía creciendo y saliendo de la crisis. Y el documento señala como logros entre otras cosas: La reestructuración de la deuda y el mejoramiento de su relación con el PBI (pero olvida decir que la relación mejoró por el aumento del PBI, porque en realidad la deuda ha seguido aumentando); el aumento de nuestras reservas internacionales en mas de mil millones de dólares (pero sin embargo no hubo recursos para llegar al 4,5% para la educación en la Rendición de Cuentas); el crecimiento del PBI (olvidando decir que ya venía creciendo desde antes de asumir nuestro gobierno); el aumento de las exportaciones a un valor record de millones de dólares (sin decir que esto se debe a la coyuntura internacional y no a la política económica). Y esto sin mencionar que a pesar del crecimiento del PBI a niveles previos a la crisis del 2002, los ingresos de la población no han crecido de la misma manera, lo que indica que la torta crece pero se sigue distribuyendo en forma desigual. No desmerecemos los logros de nuestro gobierno, pero a los militantes de izquierda nunca nos convencieron con porcentajes, porque detrás de los números hay gente de carne y hueso que sufre y que son el motivo esencial de nuestra militancia. No consideramos una cosa menor que se haya reducido la pobreza del 31,9 al 24,3 % y el de indigencia del 3,9 al 1,4 % como señala el documento, pero nos duele que siga habiendo más de 700.000 pobres (10 estadios centenarios repletos) y 42.000 indigentes en un gobierno nuestro. Y más nos duele cuando eso se da en simultáneo con el pago por adelantado al FMI. Porque mientras se nos dan porcentajes como demostración de logros, nosotros convivimos con la gente que no consigue empleo, o con los que sobreviven con trabajos precarios, o somos los que estamos en contacto con los que se siguen yendo del país buscando un futuro mejor. Porque nada dice el documento acerca de que si no hubiese sido por la lucha de los trabajadores, que lograron romper con las pautas salariales fijadas por el equipo económico, la recuperación salarial no hubiera sido la que fue.
Si como dice el documento, “las tareas fundamentales de esta etapa son la transmisión hacia la gente de los resultados de la gestión”, estamos en un problema. De ser eso así, la fuerza política se transformaría en una especie de gran “comisión de propaganda” del gobierno, pero con el agravante de que esa “comisión” ni siquiera estaría muy convencida de lo que tiene que propagandear. Las crisis en gobiernos de izquierda (nacionales, provinciales, estaduales, municipales) de Latinoamérica y del mundo que señala el documento, no son el producto de conflictos internos, sino de discrepancias con la gestión de esos mismos gobiernos que se apartan de sus fuerzas políticas. Alejamiento que se expresa en el apartamiento del programa que la gente aprobó y que son estratégicamente necesarios para llevar a cabo cambios profundos. Salvo que se piense que los problemas del PT en Brasil (por poner un ejemplo) nada tienen que ver con las discrepancias entre el partido y el gobierno, o con los casos de corrupción que se dieron en este último.
Por último, coincidimos con el documento en que “La justicia, la eficiencia productiva, el crecimiento económico, la solidaridad con los más débiles, el avance hacia una sociedad más igualitaria, la participación democrática, se verían fuertemente comprometidos si la derecha volviera a gobernar este país. La derecha siempre apuesta a dividir para reinar. La izquierda debe tener muy presente que su fuerza principal está en la unidad de acción, en la capacidad de sumar la acción del gobierno, de la organización política y la participación popular”. Por eso entendemos que nuestro gobierno, en unidad de acción con la fuerza política y sobre todo apoyándose en la participación popular, debe aprovechar esta excepcional coyuntura histórica para profundizar los verdaderos cambios, aquellos que afecten la distribución de la riqueza y la justicia social, en un sentido verdaderamente democrático y popular.

Comité “El Hervidero” – noviembre/2007

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