UNICA FORMULA GANADORA: FRENTE AMPLIO - por Claudio Migliarini (militante de nuestro Comité)


La discusión en curso acerca de las candidaturas en el Frente Amplio vuelve a poner en el tapete una vieja polémica, particularmente entre quienes nos definimos de izquierda. La misma consiste en establecer si lo decisivo en los procesos de cambio de las sociedades es el individuo, la personalidad, el líder, o si por el contrario lo que decide es el colectivo, su programa y el grado de organización para llevarlo a cabo.
Como comunistas no nos cabe duda: lo fundamental y determinante es lo mencionado en último término. Ello no significa que no valoremos como corresponde el peso o la influencia de tal o cual dirigente en los colectivos y, por consiguiente, en los procesos mismos.
Pero he ahí una primera comprobación: ningún individuo por sí solo, por más capaz o genial que pueda ser, está en condiciones de potenciar proceso de cambio alguno si no cuenta con el partido político, el colectivo, la fuerza organizada, que lo haga posible.
El Frente Amplio, en su corta pero rica historia, nos da testimonio de lo que afirmamos. ¿Quién podría poner en duda las virtudes de un conductor como Seregni?, ¿o el carisma del propio Tabaré Vázquez? Pero también hay que admitir que jamás hubieran alcanzado la estatura que todos, incluso los adversarios, les reconocen, si no hubiera existido algo que se llama Frente Amplio, producto no de una mente esclarecida sino de un determinado nivel de conciencia alcanzado por el pueblo uruguayo.
Para quienes piensan sin embargo que el rol decisivo lo juega la individualidad y siguen liderazgos, todo queda supeditado a lo que suceda con dicha persona. Y así es que aparecen entonces las llamadas .fórmulas ganadoras, (por lo cual todas las demás serían perdedoras), o los anuncios de que si no se proclama a Fulano estamos derrotados de antemano. Lo peor es que tales fórmulas o figuras ganadoras no son promovidas por la propia fuerza política. Son promovidas por las empresas encuestadoras y por los medios de comunicación.
En otras palabras: la fuerza política, el Frente Amplio como tal, no estaría en condiciones de vencer electoralmente. Salvo, claro está, que acepte la fórmula o el candidato salvador, que para peor de males, resulta excluyente: con éste ganamos, con los demás perdemos. Por cierto, el avance del Frente Amplio, desde su fundación hasta nuestros días, pasando por el período de la dictadura, no se cimentó sobre la identidad de tal o cual personalidad o figura por más prestigiosa que fuera (y ¡vaya si las hemos tenido!), sino sobre la identidad de la fuerza política como tal y sus contenidos programáticos de cambio, de unidad y de expresión de los sectores sociales más humildes. Y continuaremos así, sin duda, cuando se calmen los entusiasmos mesiánico-electorales actualmente predominantes.
Fórmulas y candidatos puede haber muchos. Más de los que podemos suponer. Ese no es el problema. El problema o el desafío de siempre es convencer a nuestros hombres y mujeres de que voten al FA, independientemente de cuál sea su candidato. Porque entre otras cosas, hasta el candidato frenteamplista menos mentado es mejor, para el interés nacional y popular, que el más atractivo candidato blanco o colorado. Y es tarea de todos los frenteamplistas hacerle ver esta verdad al pueblo.

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